Cuando me gradué de Filosofía en la Universidad de La Habana jamás sospeché que hacer la práctica laboral en una editorial marcaría mi vida para siempre. Mucho menos que editar, corregir, diagramar, pensar y diseñar un libro, una revista o una página —más que un oficio— se convertirían para mí en un sano vicio que por más de veinte años he ido aprendiendo día a día. En Cuba no se estudia la carrera de edición, pero la de Filosofía me enseñó la intuición y la abstracción. Y estas herramientas, el bagaje cultural, los buenos profesores y el roce con grandes intelectuales marcaron el rumbo que, mientras escribía mi tesis, no imaginaba seguiría mi vida profesional.
En lo personal y familiar tampoco imaginé que educaríamos a nuestros hijos en un contexto internacional, aunque sin olvidar las raíces de las que venimos. Por el trabajo de mi esposo, desde el 2008 hemos vivido en distintos países. Esta experiencia me ha permitido conocer y desarrollarme en diferentes culturas; y el intercambio con sus profesionales ha sido un todo un privilegio.
Así nació EDICIONESMIL, un laboratorio de servicios editoriales y gráficos que acompaña a los autores de cualquier parte del mundo a no sentirse solos en este proceso de sacar a la luz —por fin— el fruto de su creación. Estoy convencida que compartir tus experiencias y ayudar a las personas a adquirir conocimientos de valor marcan la diferencia en sus vidas, pero sobre todo en la tuya. Desde hace unos años, asesoro a profesionales y clientes en general de diversos rubros a proyectar y crear publicaciones y productos de comunicación con altos estándares de calidad, para que logren el impacto que buscan generar.
Estudié Filosofía en la Universidad de La Habana y me gradué con Título de Oro. Fueron unos años hermosos, a pesar de la crisis económica de Cuba, y una carrera muy completa que me enseñó la intuición y la abstracción. Me enseñó a ver el conjunto sin perder cada parte, y a ver la particularidad como parte del todo. Sin ser «todóloga», me dio herramientas para orientarme en cualquier texto de las ciencias sociales y sus ramas conexas.
Economía, Antropología, Sociología, Metodología de la Investigación Social, Ética y Estética, Pensamiento, Religiones Universales, Redacción, Lógica, Historia (desde Antigua hasta Contemporánea), y todas las historias y escuelas de la filosofía, por supuesto, son algunas de las materias curriculares que contribuyeron a mi formación y posterior desarrollo profesional. ¿La tesis de grado?: «La ontología hermenéutica de Gianni Vattimo. Hacia la verdadera epistemología». Un recorrido apasionante y un duro bregar que (pretenciosamente), siguiendo las instrucciones del tutor, intentaba desarmar las ideas preconcebidas de una filosofía —cuando menos— mal traducida y a veces mal entendida, desde una perspectiva hermenéutica…
Si bien nunca me dediqué a la filosofía, las herramientas, el bagaje cultural, los buenos profesores y el roce con grandes intelectuales marcaron el rumbo que aún, mientras discutía la tesis, no imaginaba seguiría mi vida profesional.
Comienzo mi práctica laboral como adiestrada en la Editorial de Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro. En Cuba no se estudia la carrera de Edición, sino que se aprende a pura práctica y con algún que otro curso o diplomado. Así comencé. Y afortunadamente conté con grandes correctores, redactores y editores que me formaron y enseñaron este oficio, tan ingrato y tan gratificante a la vez. Como si nunca antes hubiese reparado en ella, aprendía y absorbía la normativa prescriptiva de la RAE y las normas editoriales y gráficas.
Tuve la fortuna de entrenar con galeras. Fortuna, porque de otra forma nunca hubiese podido conocer algunos de los símbolos de corrección de los manuales con los que me entrenaba, pues nunca más ya sería posible que se sucediesen tales errores (al pasarse de la composición por parte del tipógrafo en la imprenta a la mecacomposición en el departamento de producción).
El entorno tecnológico del mundo editorial cambiaba a una velocidad mayor que la que eran capaces de asimilar mis propios entrenadores. Y aprendí no solo a editar, sino también a maquetar un libro, a preparar sus artes finales para la imprenta, a calcular sus costos. Y también asumí, ya sin entrenadores, el proceso editorial como producción de mercancía —cultural, pero mercancía al fin—, que debe venderse y como tal aportar valor. Esto, para el entorno editorial cubano no era una preocupación, o al menos era muy difícil de cumplir… pero ya esa es otra historia.
Ya como editora-redactora en la Editorial de Ciencias Sociales cursé el Diplomado de Edición de Libros y Comunicación Social. Publiqué libros de la Redacción de Filosofía e Historia y proyecté y trabajé nuevas colecciones, como Clásicos de la Filosofía y Civilizaciones y Culturas. Tuve la dicha (aunque no siempre lo sentí así) de editar las obras de mis antiguos profesores de la Universidad: un reto y un compromiso en lo profesional y en lo humano. Guardo hermosos y sentidos recuerdos de libros y autores, de presentaciones y de ferias. Descubrí ahí mi pasión por la edición.
Fui subdirectora editorial de Ciencias Sociales y Científico-Técnica (una editorial que publica más de ciento veinte títulos al año). Aquella fue una experiencia verdaderamente enriquecedora, gracias a la cual aprendí el conjunto y la planificación de los procesos del libro, a coordinar equipos y a revisar la calidad del trabajo editorial. Formé parte del Consejo Técnico Asesor del Instituto Cubano del Libro. Hice la secretaría del Primer Concurso Internacional de Ensayos Pensar a Contracorriente y cuyo libro resultante con los trabajos premiados edité.
Desde el 2005 comencé a trabajar como freelancer. Un paso arriesgado pero del que me fortalecí y me permitió crecer en lo profesional. Asumí nuevos proyectos. Edité la Revista de la Construcción y Decoración, la cual me enseñó otra dimensión del mundo editorial: las publicaciones seriadas; y quedé prendada. Adoro editar revistas, proyectarlas y coordinarlas. Continué haciendo ediciones para el PNUD en temas de desarrollo humano. Y continué amando la edición de libros. Y los textos filosóficos que un día edité fueron quedando atrás, con nostalgia tal vez.
Desde esos años continué editando y diseñando innumerables publicaciones para diversas agencias de Naciones Unidas, a muchas de las cuales les he dado asesoría editorial: libros, informes, sistematizaciones o cuadernos de trabajo. Un desafío importante fue la consultoría realizada para la Escuela Virtual del PNUD en la preparación y redacción de los temas y contenidos de su curso de Desarrollo Humano con Enfoque Territorial.
El proyecto de Educación Financiera para Niños Aprender a Tener, para la Editorial Aglaia (hoy Boré Ediciones, de Ecuador), lo considero una gran escuela por lo que me aportó de la dimensión educativa de los textos escolares y el compás de decisiones, más allá de la gráfica y el contenido, que se deben tomar en función de una malla curricular o de objetivos psicopedagógicos.
Por razones familiares he vivido en varios países desde el 2008, lo cual ha enriquecido mi experiencia laboral con ideas y visiones —incluso estéticas— de esas culturas; y el intercambio con sus profesionales ha sido un privilegio. He continuado editando y aprendiendo este oficio que nunca acabas de aprehender y que te exige cada día adecuarte a los nuevos tiempos y las nuevas improntas tecnológicas. Trabajar en red, a distancia, en la nube, el e-book, las apps, las plataformas educativas, las páginas web y los nuevos canales de distribución… todo un desafío.
Asesoría y coordinación de proyectos editoriales, revistas, proyectos educativos, redacción y elaboración de contenidos, ideas para una propuesta gráfica de marca… servicios con valor: así nació EDICIONESMIL, y así es mi pasión por la edición.
Capitalizando la experiencia de estos años y aprendiendo cada día. No hay recetas o libros pre-hechos: cada proyecto se plantea desde cero y se adecua a sus exigencias propias.
He trabajado en Cuba, Ecuador, Nicaragua y Paraguay. Me ha enriquecido el intercambio con los profesionales de estos países, además, del know how adquirido con organismos internacionales y de cooperación, sus consultores y técnicos.
Garantizando la inversión en el proyecto por el celoso cumplimiento de dos principios fundamentales: altos estándares de calidad y estricto cumplimiento de los tiempos de trabajo.